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jueves, 28 de noviembre de 2013

    Rabo de lagartija, sí… de poderío, por lo pronto ¡na de na!

  Dice el Sr. Rubalcaba que en su tiempo de diputado por Cádiz (parece que para representar a Cádiz hay que ser de Cantabria) pudo constatar que los andaluces usamos una especial forma de hablar y que esa característica implica que, a veces, sea dificultoso entendernos. Lamento mucho que Rubalcaba tuviera que ser diputado por la ciudad más antigua de Andalucía y de Occidente para aprender cosa tan evidente, pero más lamento que adquiriera tal dignidad si haber aprendido antes que por aquí tenemos nuestra particular forma de expresarnos; razón por la que se me ocurre que estos señores se repartieron las diputaciones totalmente al albur, 
sin que el doctorado en química de D. Alfredo fuera aval, ni suficiente ni insuficiente, para convertirse en voz de una forma de hablar que, al parecer, ni siquiera entendía.  Naturalmente no es que me llame a espanto por la cuestión, no podría hacerlo sin la hilaridad de todos los catalanes quienes, de inmediato, estarían a una para recordarme que el ínclito D. José María Alfredo Aznar López, gustaba de la lengua de Jacint Verdaguer y que incluso solía “hablarla en la intimidad”.



Lord Byron

 Lo cierto es que aquellos cursos de Andaluz que Alfredo Pérez hiciera en Cádiz desde 2.008 hasta 2.011, no parece que llegaran al nivel de perfeccionamiento o, tal vez, el alumno adoleciera de la necesaria condición de nativo para expresarse en la forma que aprendí de la madre que me parió. O esa, o el postizo diputado por la ciudad y provincia de “La Pepa”, no fue muy aplicado o constante o entre los trayectos a Cantabria y Madrid, faltó demasiado a las clases.
Saco a la luz el asunto porque, a mi entender, aquellos novillos del hasta ahora jefe de la oposición que en el parlamento de España dice ser el PSOE, le han jugado una mala pasada al aplicarle a Susana Díaz la característica de tener mucho poderío.


La Piconera

 Me explico: Poderío, como tal, en andaluz, se le aplica una cosa mu grande de manera de ser, a una acción o respuesta donde predomina el ingenio y que por su contundencia no admite respuesta. Pongamos un ejemplo que procede de Fernando Quiñones. La anécdota, ya sea ficción o realidad, se le adjudica a Lola la Piconera. Se cuenta que a la casa de La Piconera, que el decir popular sitúa en la Plaza de San Antonio de Cádiz y donde, entre otras actividades más… mundanas, se celebraban tertulias literarias, llegó un buen día el prepotente y genial Lord Byron diciendo: “Yo soy Lord Byron”, a lo que Lola, ni corta ni perezosa, contestó: “Lo sentimo mucho, pero no nos ha sio usté presentao”  No hay referencias de la cara que se le pudo quedar al inglés frente al incontestable poderio de Lola la Piconera, en el caso de que ella fuera (quiero creerlo con todo mi enamoramiento) una figura más contundente que el engendro dramatúrgico del ministro de Instrucción Pública franquista Sr. Pemán y Pemartín, el señorito José María, también vecino ( mire usté por donde) de la céntrica Plaza de San Antonio, la cual, durante la dictadura de Franco, le cambiaron el nombre (supongo que con el beneplácito del clero) por Plaza de José Antonio, aunque el cambio jamás llegar a calar en el sentir popular.
         

      Benito Rodríguez Rey. El Beni

Otra anécdota procede del recuerdo de alguien a quien tuve el honor de conocer en “Los Callejones” de Cai y que fue el andaluz por to lo alto llamado Benito Rodríguez Rey, para el flamenco y para la posteridad “El Beni de Cai”, pero está tendré que disimularla (en la medida de las posibilidades) para que no se me enfade la gente de ninguna ciudad ni de ningún género, porque quien sepa algo del Beni tiene que sabé mu bien to la guasa que tenía El Beni. Me contó que un día estaba cantando en el Casino Mercantil, que, como Cádiz es un pañuelo o una tacita, también se sitúa en la misma plaza. Entre la concurrencia había un tío de unos cuantos entrochaos y cada vez que El Beni acababa con un cante el de los entrochaos, que ya estaba más pa allá  que pa ca, le preguntaba: Oiga “¿usted de dónde es?” El Beni contestaba: “yo de Cai”, a lo que el beodo almirante replicaba: “de donde son todos los maricones” Cada palo que salía de la privilegiada garganta del cantaó terminaba con la misma cansina pregunta del malage y con  la misma obligada respuesta del Beni que, con mucha paciencia y probabilidad, tenía que estar pensando en las esperadas propinas y diciéndose a si mismo: “anda y que te den”. A cada cante, como iba diciendo, le seguía la consabida réplica del cada vez más ebrio pero entrochado espectador: “de donde son todos los maricones”. Entre bastidores, un periodistas de la Cadena Ser que dirigía un programa de flamenco y cuyo nombre me reservo, le dijo al cantaó que la mujer de aquel tío era de… digamos, “tal sitio”. Cuando volvió el turno del Beni, que  ya estaría más que calentito, y el tío volvió con la misma cantinela, el flamenco no se cortó un pelo y contestó: “yo de Cai y su mujé de usté de dónde e” La respuesta fue: “de… tal sitio ¿Por qué?” Con todos los reflejos encendidos y sin dar tiempo al pensamiento el poderío del Beni replico esta vez: “Señore, la mujé del tío este e de “tal sitio”, de donde son toas las… infieles y alguno de los cornuos, porque algún forastero tendrá que habé “en tal sitio ¡Ahí estuvo el incontestable poderío y el ange del Beni!

 He referido esta última anécdota sólo con la intención de ilustrar más abundantemente el significado del vocablo poderío en andaluz, esperando que mis amigas y todas las mujeres lo entiendan así y dejando constancia de  que, probablemente, en “tal sitio” existan tantos infieles de uno como de otro género… Lo demás no es cosa mía, sino del Beni, que en paz descanse.

  Como puede desprenderse de todo lo anteriormente contado con mayor o menor destreza pero con vocación andaluza y con la mejor de las intenciones, el poderío no se identifica necesariamente con la manifestación del dominio que pueda dimanar de una circunstancia externa, sino que se aplica por razones que son consustanciales al ser, es más, cuando venimos a referirnos al dominio derivado de razones materiales utilizamos más el vocablo poder en su pura acepción castellana y cuando, en su lugar se usa poderío, suele ir unido a un matiz  petulante y peyorativo, cosa que debe tener que ver con que los andaluces, últimamente, no estemos bien relacionados con el poder.

 La cuestión es que a Susana Díaz, con tres meses como Presidenta de Andalucía y unos días como jefa del PSOE de aquí, poco poderío se le puede presuponer. Ahora bien, si el cántabro- andaluz de Rubalcaba  viene a referirse a que Andalucía es el último taifa que les queda, entonces es comprensible la desvirtuación que efectúa del concepto e incluso cabe interpretar su uso como necesariamente caricaturizado. 



Dicen que doña Susana es una líder innata, que tiene una extraordinaria capacidad de convicción y que, en ese extremo y salvando las distancias, quiere parecerse a D. Felipe González Márquez (“¡Virgencita, virgencita, que me quede como estoy!) Que sólo necesita usar un par de palabras donde otros tendrían que emplear hasta mítines o discursos  para convencer y que, en ocasiones, ni tan siquiera necesita hablar porque le es suficiente con el mero gesto ¡Que portento de mujer! No es de extrañar que los socialistas crean haber encontrado en ella a la líder perfecta, a la Cid Campeadora de Andalucía y, quién sabe, si de la España Imperial. De esta forma y con esta herramienta, puedo explicarme que el PSOE haya tardado tan poco tiempo en hacer auto-crítica, su reflexión interna  y su vuelta en tiempo propio del libro de los records Guiness. Todo se ha hecho en un en un plis plas o en menos que una beata reza un Ave María. ¿Cómo puede llevarse a cabo todo con tal celeridad? Averigüemos:

La primera parte puede consistir en que los señores Barones y Baronesas (antiguo nombre aristocrático adoptado por los viejos socialistas de toda la vida con relevancia política) pasen a la retaguardia donde, seguramente y por lo vivido hasta ahora, les esperará la molicie propia del medio-pensionistas adinerado. Puede que incluso tengan despacho y se convierta (si ya no lo son) en diestros en el arte de cobrar más que nadie por no hacer nada, con posibilidades de ser nombrados sabios de lo que sea, doctores honoris causa por alguna que otra universidad, conferenciante de lujo bien pagados, presidentes de alguna fundación estudiosa de sus hazañas y, en último extremo, presentadores de sus memorias, publicadas en papel de buen gramaje y cubiertas duras por una editorial de renombre, en una sala de postín, con canapés de huevas del  esturión  más jamón de bellota, todo regado con buenos caldos y ante una complaciente audiencia compuesta por sus adeptos y demás banderilleros de la cuadrilla.
 La segunda operación consistiría en cubrir los puestos que han dejado vacante los esforzados Barones y Baronesas y que, a su vez, el día de mañana pueden convertirse en otros descendientes en la dignidad para asegurar, como Dios manda, la efectividad de las sucesiones. Para eso se necesitan cargos políticos u orgánicos que sean de la confianza extrema de la nueva líder y que, por lo general, suelen venir de antiguos colaboradores que mayor que eficacia han demostrado pero, sobre todo, ahí prima la más absoluta fidelidad sin cuestionar en ningún momento las órdenes venidas de arriba porque, como ya es sabido, “donde manda patrón no manda marinero”. En otros casos suelen venir de los ayuntamientos cuando ya han ganado al menos un par de elecciones y, en no pocos, pueden ser colocados por el segundo sector (sobre todo el financiero) con dependencia de los montantes que sus entidades de origen estén dispuestas a aportar a la campaña de líder, siendo las contrapartidas a estas últimas adquisiciones eternos secretos de secretos sumarios.  En cuanto a las vacantes que se produzca por esta elaborada técnica de rápida autocrítica, serán ocupadas por el mismo procedimiento a través del sacrosanto procedimiento de la democracia representativa donde, una y otra vez se repetirá hasta en verso el siguiente discurso:
                                 
                        “ Yo construiré
                           mil palacios,
                           brotarán fuentes
                           de oro.
                           Fírmenme
                           este cheque
                           en blanco,
                           ¡Vótenme,
                           vótenme todos!” (1)

Y van los crédulos y los votan…


         

                                               Emigrantes andaluces en la década de los 60

 No se me ocurre otra manera para que pueda efectuarse con tal rapidez la autocrítica que el PSOE parece haber realizado de sus 30 años de mandato en Andalucía. Tres lustros en los que nuestra nación sigue ocupando el mismo puesto, o parecido, que tenía cuando empezaron a mandar sin que en este caso, salvo chascarrillo, pueda aludirse a ningún caudal hereditario recibido. No puedo entender que nuestro tejido industrial sea nulo y, cuando no, sea de los más agresivos con el medio ambiente que existe en este lugar en que hace cinco siglos que se nos maltrata. Es incomprensible que nuestros auténticos trabajadores por la tierra y la libertad se encuentren procesados y pendientes de cumplir condena de privación de libertad, después de varias reformas agrarias fallidas y por la noble causa de ocupar los terrenos baldíos de los terratenientes o abandonados por el ejército español, para darnos lo que quieren hasta los niños andaluces cuando cantan nuestro himno. Resulta impensable que el tejido comercial dependa aún de empresas foráneas o sea de una calidad que lo hace inoperante. No comprendemos que nuestra formación esté a la cabeza del fracaso escolar y así muchas incomprensiones que jamás han podido caber en tan somera autocrítica.


No aceptamos la insolaridad de otros pueblos a los que hemos ayudado con nuestro trabajo no cualificado y no la aceptamos porque, hablando en plata, cuando los buenos vascos luchaban por sus ikastolas con la razón y el derecho de su parte y los buenos catalanes lo hacían por su bello idioma con sentimiento y valentía, nosotros, los andaluces, éramos emigrantes en Euskadi, en Catalunya, en Francia o en Alemania y lo éramos porque íbamos luchando contra un hambre criminal y, ante esta verdad incontestable, no cabe la razón de que seamos más vagos, menos luchadores, más sumisos, más lúdicos o menos amantes de lo nuestro… Cabe únicamente la realidad de que, Andalucía, fue el último de los reinos conquistados por una España hecha a trozos pegados con sangre de mártires como un puzle maldito, un pueblo pacífico develado por el ansia de los mismos conquistadores que, en el mismo año, comenzaban a expoliar a América “Yo desgranare uno a uno los granos de esa Granada, dijo el católico” Y en ese desgranar le ayudaron todos los nobles de lo que ya se llamaba España que recibirían, en recompensa, como botín, nuestra tierra a cachos  y de esos cachos se vinieron a llamar terratenientes y esos terratenientes nos hicieron sus esclavos…
Para colmo nuestros cantes, quejios incluidos, nuestros arrebatadores bailes nuestros trajes de campos ardientes, nuestra manera de hablar, nuestras fiestas, nuestro sol, nuestras  playas y hasta nuestro aire fueron vendidos, como si fueran de ellos, a los francos de los franceses, a las libras de los ingleses y a los marcos de los alemanes…  A Andalucía se le debe por justicia secular y no es deudora de nadie.
 Fuimos los andaluces los que ideamos a través Partido Republicano Democrático Federal el proyecto de Constitución de Antequera de 1883 que, aunque ha sido definido por algunos autores como una vulgar transcripción de la constitución estatal, tiene en su haber un verdadero espíritu democrático participativo y así es considerado hoy en día. La Constitución de Antequera plantea una auténtica distribución del territorio y se estructura desde abajo hacia arriba con absoluto respeto a la voluntad del pueblo.



Considero que estas breves notas finales podrían haber sido un simple punto de partida para la autocrítica y reflexión interna a la que el PSOE  dice haber llegado. Sería como desarrollar, sólo un poco, que los andaluces queremos lo que nos quitaron, pero lo que se plantea no es eso. Lo que se propone es un simple cambio de personas por personas bajo el mismo criterio de los últimos treinta años de la llamada autonomía andaluza. Es decir: los alcaldes volverán a ser los alcaldes con su legión de nepotes que supondrán cientos de votos adscritos al sistema del grupo de “los de Sevilla”, verdaderos destructores de todo atisbo de revolución democrática. Estos nepotes seguirán en sus puestos cuando el PSOE pierda las elecciones en favor del PP, que a su vez colocará a los suyos, los nuevos nepotes se mantendrán para no entrar en el círculo de lo que significaron “los cesantes” del binomio conservador-liberal (padre del bipartidismo) de esta forma, permaneceremos en el estado de cosas que ha consagrado este régimen totalitario con disfraz de democracia y a esto, precisamente a esto, es a lo que ha venido Susana, a oxigenar un bipartidismo que estaba contra las cuerdas mediante un PSOE que elude una nueva Constitución, que no se plantea la forma de Estado y permanece fiel a la monarquía y que, en ningún caso, se plantea ni el federalismo ni la libertad de elección de los pueblos para elegir su destino y federarse o no hacerlo, contando para ello con absoluta libertad. Y todo esto se plantea desde Andalucía y para el resto de los pueblos ibéricos e insulares (salvedad hecha, para sus suertes, de Portugal, Andorra y Gibraltar) desde esta Andalucía que poquísimo tiene que ver históricamente con España, que nada le debe a la Hispanidad, pero desde la que pretenden reconstruir lo imposible, otra vez en nombre de nuestro sobrero de ala ancha, de las chaquetas cortas y de los trajes de flamencas, cuando muchos los andaluces volveremos a emigrar para comer o para vestir.

El poderio al que se refiere el aspirante a Barón D. Alfredo Pérez Rubalcaba no es intrínseco en Susana Díaz y, por lo tanto, no es poderío. Se deriva del sillón treinta añero que ocupa por mor de rebotes o de circunstancias meramentes externas, tal y como el poderio de los señoritos, está basado, no en ellos mismos, sino en el número de hectáreas que poseen y en la altura del puño al que los sitúa los equinos, el de Susana está basado en las telarañas del sillón que por cosas del destino ha venido a ocupar.

Cuando a una pobre lagartija se le corta o se le parte por cualquier circunstancia el rabo, es de dominio público que éste sigue moviéndose convulsivamente y durante un buen rato con total independencia del cuerpo que, si puede, escapa abandonándolo aunque dolorido, pues bien, puede que Susana Díaz sea un rabillo de lagartija pero de poderío habiéndola visto rendir pleitesía a Rajoy y vasallaje al Sr. de Borbón, olvidando con el gesto de dónde provienen nuestros males, de poderío, por lo pronto…  va ser que na de na. 

(1)      Letrilla de un pasacalle compuesto y cantado por militantes y simpatizantes del Movimiento Comunista de Andalucía en Cádiz (MCA) antes de unas elecciones generales.

 Eugenio Manuel Díaz Herezuelo
اِوخينيو مانويل دياس اِريسويلو

27, noviembre 2.013