Rabo de lagartija, sí… de poderío, por lo pronto ¡na de na!
Dice el Sr.
Rubalcaba que en su tiempo de diputado por Cádiz (parece que para representar a
Cádiz hay que ser de Cantabria) pudo constatar que los andaluces usamos una
especial forma de hablar y que esa característica implica que, a veces, sea
dificultoso entendernos. Lamento mucho que Rubalcaba tuviera que ser diputado
por la ciudad más antigua de Andalucía y de Occidente para aprender cosa tan
evidente, pero más lamento que adquiriera tal dignidad si haber aprendido antes
que por aquí tenemos nuestra particular forma de expresarnos; razón por la que
se me ocurre que estos señores se repartieron las diputaciones totalmente al
albur,
Lord Byron
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Saco a la
luz el asunto porque, a mi entender, aquellos novillos del hasta ahora jefe de la
oposición que en el parlamento de
España dice ser el PSOE, le han jugado una mala pasada al aplicarle a Susana
Díaz la característica de tener mucho
poderío.
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He referido esta última anécdota sólo con la intención de ilustrar más
abundantemente el significado del vocablo poderío en andaluz, esperando que mis
amigas y todas las mujeres lo entiendan así y dejando constancia de que, probablemente, en “tal sitio” existan
tantos infieles de uno como de otro género… Lo demás no es cosa mía, sino del
Beni, que en paz descanse.
Como puede desprenderse de todo lo anteriormente contado con mayor o
menor destreza pero con vocación andaluza y con la mejor de las intenciones, el
poderío no se identifica necesariamente con la manifestación del dominio que
pueda dimanar de una circunstancia externa, sino que se aplica por razones que
son consustanciales al ser, es más, cuando venimos a referirnos al dominio
derivado de razones materiales utilizamos más el vocablo poder en su pura
acepción castellana y cuando, en su lugar se usa poderío, suele ir unido a un
matiz petulante y peyorativo, cosa que
debe tener que ver con que los andaluces, últimamente, no estemos bien relacionados
con el poder.
La cuestión es que a Susana Díaz, con tres meses como Presidenta de
Andalucía y unos días como jefa del PSOE de aquí, poco poderío se le puede
presuponer. Ahora bien, si el cántabro- andaluz de Rubalcaba viene a referirse a que Andalucía es el
último taifa que les queda, entonces es comprensible la desvirtuación que
efectúa del concepto e incluso cabe interpretar su uso como necesariamente
caricaturizado.
Dicen que doña Susana es una líder innata, que tiene
una extraordinaria capacidad de convicción y que, en ese extremo y salvando las
distancias, quiere parecerse a D. Felipe González Márquez (“¡Virgencita, virgencita, que me quede como estoy!) Que sólo necesita
usar un par de palabras donde otros tendrían que emplear hasta mítines o
discursos para convencer y que, en
ocasiones, ni tan siquiera necesita hablar porque le es suficiente con el mero
gesto ¡Que portento de mujer! No es de extrañar que los socialistas crean haber
encontrado en ella a la líder perfecta, a la Cid Campeadora de Andalucía y,
quién sabe, si de la España Imperial. De esta forma y con esta herramienta, puedo
explicarme que el PSOE haya tardado tan poco tiempo en hacer auto-crítica, su
reflexión interna y su vuelta en tiempo
propio del libro de los records Guiness. Todo se ha hecho en un en un plis plas
o en menos que una beata reza un Ave María. ¿Cómo puede llevarse a cabo todo
con tal celeridad? Averigüemos:
La primera parte puede consistir en que los señores Barones
y Baronesas (antiguo nombre aristocrático adoptado por los viejos socialistas
de toda la vida con relevancia política) pasen a la retaguardia donde,
seguramente y por lo vivido hasta ahora, les esperará la molicie propia del
medio-pensionistas adinerado. Puede que incluso tengan despacho y se convierta
(si ya no lo son) en diestros en el arte de cobrar más que nadie por no hacer
nada, con posibilidades de ser nombrados sabios de lo que sea, doctores honoris causa por alguna que otra
universidad, conferenciante de lujo bien pagados, presidentes de alguna fundación
estudiosa de sus hazañas y, en último extremo, presentadores de sus memorias,
publicadas en papel de buen gramaje y cubiertas duras por una editorial de
renombre, en una sala de postín, con canapés de huevas del esturión
más jamón de bellota, todo regado con buenos caldos y ante una
complaciente audiencia compuesta por sus adeptos y demás banderilleros de la
cuadrilla.
La segunda
operación consistiría en cubrir los puestos que han dejado vacante los
esforzados Barones y Baronesas y que, a su vez, el día de mañana pueden
convertirse en otros descendientes en la dignidad para asegurar, como Dios
manda, la efectividad de las sucesiones. Para eso se necesitan cargos políticos
u orgánicos que sean de la confianza extrema de la nueva líder y que, por lo
general, suelen venir de antiguos colaboradores que mayor que eficacia han
demostrado pero, sobre todo, ahí prima la más absoluta fidelidad sin cuestionar
en ningún momento las órdenes venidas de arriba porque, como ya es sabido,
“donde manda patrón no manda marinero”. En otros casos suelen venir de los
ayuntamientos cuando ya han ganado al menos un par de elecciones y, en no
pocos, pueden ser colocados por el segundo sector (sobre todo el financiero)
con dependencia de los montantes que sus entidades de origen estén dispuestas a
aportar a la campaña de líder, siendo las contrapartidas a estas últimas
adquisiciones eternos secretos de secretos sumarios. En cuanto a las vacantes que se produzca por
esta elaborada técnica de rápida autocrítica, serán ocupadas por el mismo
procedimiento a través del sacrosanto procedimiento de la democracia
representativa donde, una y otra vez se repetirá hasta en verso el siguiente
discurso:
“ Yo
construiré
mil
palacios,
brotarán fuentes
de
oro.
Fírmenme
este
cheque
en blanco,
¡Vótenme,
vótenme todos!” (1)
Y van los crédulos y los votan…
Emigrantes andaluces en la década de los 60
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No aceptamos la insolaridad de otros pueblos a los que
hemos ayudado con nuestro trabajo no cualificado y no la aceptamos porque,
hablando en plata, cuando los buenos vascos luchaban por sus ikastolas con la
razón y el derecho de su parte y los buenos catalanes lo hacían por su bello
idioma con sentimiento y valentía, nosotros, los andaluces, éramos emigrantes
en Euskadi, en Catalunya, en Francia o en Alemania y lo éramos porque íbamos
luchando contra un hambre criminal y, ante esta verdad incontestable, no cabe
la razón de que seamos más vagos, menos luchadores, más sumisos, más lúdicos o
menos amantes de lo nuestro… Cabe únicamente la realidad de que, Andalucía, fue
el último de los reinos conquistados por una España hecha a trozos pegados con
sangre de mártires como un puzle maldito, un pueblo pacífico develado por el
ansia de los mismos conquistadores que, en el mismo año,
comenzaban a expoliar a América “Yo desgranare uno a uno los granos de esa Granada, dijo el católico”
Y en ese desgranar le ayudaron todos los nobles de lo que ya se llamaba España que
recibirían, en recompensa, como botín, nuestra tierra a cachos y de esos cachos se vinieron a llamar
terratenientes y esos terratenientes nos hicieron sus esclavos…
Para colmo nuestros cantes, quejios incluidos, nuestros
arrebatadores bailes nuestros trajes de campos ardientes, nuestra manera de
hablar, nuestras fiestas, nuestro sol, nuestras
playas y hasta nuestro aire fueron vendidos, como si fueran de ellos, a
los francos de los franceses, a las libras de los ingleses y a los marcos de
los alemanes… A Andalucía se le debe por
justicia secular y no es deudora de nadie.
Fuimos los
andaluces los que ideamos a través Partido Republicano Democrático Federal el
proyecto de Constitución de Antequera de 1883 que, aunque ha sido definido por
algunos autores como una vulgar transcripción de la constitución estatal, tiene
en su haber un verdadero espíritu democrático participativo y así es
considerado hoy en día. La Constitución de Antequera plantea una auténtica
distribución del territorio y se estructura desde abajo hacia arriba con
absoluto respeto a la voluntad del pueblo.
Considero que estas breves notas finales podrían haber sido un simple punto de partida para la autocrítica y reflexión interna a la que el PSOE dice haber llegado. Sería como desarrollar, sólo un poco, que los andaluces queremos lo que nos quitaron, pero lo que se plantea no es eso. Lo que se propone es un simple cambio de personas por personas bajo el mismo criterio de los últimos treinta años de la llamada autonomía andaluza. Es decir: los alcaldes volverán a ser los alcaldes con su legión de nepotes que supondrán cientos de votos adscritos al sistema del grupo de “los de Sevilla”, verdaderos destructores de todo atisbo de revolución democrática. Estos nepotes seguirán en sus puestos cuando el PSOE pierda las elecciones en favor del PP, que a su vez colocará a los suyos, los nuevos nepotes se mantendrán para no entrar en el círculo de lo que significaron “los cesantes” del binomio conservador-liberal (padre del bipartidismo) de esta forma, permaneceremos en el estado de cosas que ha consagrado este régimen totalitario con disfraz de democracia y a esto, precisamente a esto, es a lo que ha venido Susana, a oxigenar un bipartidismo que estaba contra las cuerdas mediante un PSOE que elude una nueva Constitución, que no se plantea la forma de Estado y permanece fiel a la monarquía y que, en ningún caso, se plantea ni el federalismo ni la libertad de elección de los pueblos para elegir su destino y federarse o no hacerlo, contando para ello con absoluta libertad. Y todo esto se plantea desde Andalucía y para el resto de los pueblos ibéricos e insulares (salvedad hecha, para sus suertes, de Portugal, Andorra y Gibraltar) desde esta Andalucía que poquísimo tiene que ver históricamente con España, que nada le debe a la Hispanidad, pero desde la que pretenden reconstruir lo imposible, otra vez en nombre de nuestro sobrero de ala ancha, de las chaquetas cortas y de los trajes de flamencas, cuando muchos los andaluces volveremos a emigrar para comer o para vestir.
El poderio al que se refiere el aspirante a Barón
D. Alfredo Pérez Rubalcaba no es intrínseco en Susana Díaz y, por lo tanto, no
es poderío. Se deriva del sillón treinta añero que ocupa por mor de rebotes o de
circunstancias meramentes externas, tal y como el poderio de los señoritos,
está basado, no en ellos mismos, sino en el número de hectáreas que poseen y en
la altura del puño al que los sitúa los equinos, el de Susana está basado en
las telarañas del sillón que por cosas del destino ha venido a ocupar.
Cuando a una pobre lagartija se le corta o se le
parte por cualquier circunstancia el rabo, es de dominio público que éste sigue
moviéndose convulsivamente y durante un buen rato con total independencia del
cuerpo que, si puede, escapa abandonándolo aunque dolorido, pues bien, puede
que Susana Díaz sea un rabillo de lagartija pero de poderío habiéndola visto rendir
pleitesía a Rajoy y vasallaje al Sr. de Borbón, olvidando con el gesto de dónde
provienen nuestros males, de poderío, por lo pronto… va ser que na de na.
(1) Letrilla de un pasacalle compuesto y cantado por militantes y
simpatizantes del Movimiento Comunista de Andalucía en Cádiz (MCA) antes de
unas elecciones generales.
Eugenio Manuel Díaz Herezuelo
اِوخينيو مانويل دياس اِريسويلو
27, noviembre 2.013