( A la memoria de Sandra Palo,
que estará en el paraíso de su Dios.
Con todo el RESPETO y CARIÑO
que a su familia se le debe.)
“El Rafita: el verdugo.”(*)
- Esta noche vengo triste, vecino. ¿Que por qué? Mire usted, en primer lugar voy a decirle que a mí, eso de leer las noticias en la pantallita del portátil del niño, me está convenciendo. No, hombre, no. No es que haya renunciado al café con churros de la mañana y al cotilleo de mi periódico provincial, lo que pasa es que me he dado cuenta de que hay mucha tela que cortar fuera del pequeño mundo de sus páginas, por muy fresca que traiga la tinta ¡Lo que hay que ver! ¿Será posible que un mocoso de quince años termine enseñándole a su padre cómo hay que enterarse de las cosas? Es lo que llaman los avances tecnológicos, vecino, que por una parte son malos (porque le hacen a uno sentirse más viejo, entre otras razones de mayor importancia) pero que, por la otra, son buenos porque te ponen en las manos muchas posibilidades que sin ellos no existirían. Por ejemplo: con portátil del chiquillo, me he dado cuenta de que se pueden leer varios periódicos de una tacada (incluso mi diario provincial ¡y sin mancharme de tinta!) y claro, con esta ventaja, pues uno empieza a ver claro de qué pie cojea cada uno y de que aquello que decimos de que todo es del color del cristal con que se mira resulta ser un refrán absolutamente cierto, como todo el refranero ¿verdad, vecino? Con esta cantidad de información en la mano, uno se va formando lo que se llama opinión propia ¡y no vea usted lo lejos que queda esa opinión de la de mi querido diario! Vamos, que ahora lo leo para reírme de él más que para informarme.
¿Qué por qué he cambiado de criterio en dos semanas y que cómo empezó todo? Pues precisamente por eso es por lo que estoy triste, muy triste, vecino.
Hace un par de días vi a mi niño que estaba hablando por internet con alguien y, como ya hace tiempo que la parienta y yo decidimos que el ordenador se usaba en el salón y a la vista de todos, porque estábamos enterados de que hay mucho malasangre metido ahí de incógnito, pues me puse a fisgonear lo que escribía. Le pregunté que con quién hablaba y él me respondió: “con mi amigo Andrés, padre”. Yo, la verdad, me quedé un poco “flipao” (como dice él) y no paraba de pensar y requetepensar: “¡La madre que los parió! ¿Para qué se pondrá a hablar con “el Andrés” por el cacharro ese si resulta que vive en el piso de encima y con dos zancadas está en su casa? ¡Si pueden hablar directamente y reírse de vedad en vez de tener que escribir: ¡je, je, je je! o ¡ja ja, ja ja!! Hombre, si estuviera hablando con una colombiana o con un checheno que supiera castellano lo entendería pero, ¿con el amigo del piso de arriba? No me quedé muy tranquilo con la respuesta y, después de liarme mi cigarrito y metérmelo entre pecho y espalda decidí ponerme a fisgonear.
Fisgoneando y fisgoneando, vamos, metiendo el ojo como el que no quiere la cosa, pude ver que los niños escribían tacos que no eran tacos ¡eran traviesas de las vías de los trenes antiguos! Había una frasecita que ponía más o menos esto: “a s ijo puta abia q kortarl 1 wevo”… ¡Dios mío de mi “arma”! ¿Qué forma de escribir es esa con tantas faltas de ortografía y a qué vienen esas palabrotas, niño? ¡Quieto y “parao” ahí! ¡”Castigao” hasta el sábado que viene y dos semanas sin paga! Y ahora mismo “pa” tu cuarto ¡Arreando!, que es gerundio.
Con el llanto del niño llegó “la parienta”, como siempre: ¡a darle mimitos y a quitarle a uno la autoridad paternal! ¡Así está el mundo!
Sí, no voy a negarle a usted que, a hurtadillas, pensé que me ahorraba cinco eurillos por semana de la paga del niño, que ya sé que con eso no tiene “ni pa pipas”, pero que… como están las cosas, diez euros son diez euros y son dos paquetes de tabaco ¡leches! ¿O no?
Total que la “enterá” de “la parienta”, que sabe más que yo de internet (cosa que me mosquea “cantidá”) y de otras cosas más de los chavales de ahora, me informó de que esa era una forma de entenderse entre ellos y de que se había “publicao” una nueva ortografía que cambiaba cantidad las cosas. Yo no sé si eso último me lo dijo para camelarme pero, como ya empezaba a no saber qué decir, viendo unas letras escritas en azul y subrayadas me agarré al clavo ardiendo. ¿Y esto?, ¿también está en la nueva ortografía esa? No seas bruto –me dijo la “enterá”- eso en un “link” y si lo “pinchas”, te lleva a una información anterior que es de la que estaban hablando. Lo hizo, vecino, lo hizo. Y con lo que salió allí se le ponen los pelos de punta al que mejor se ajuste las taleguillas y a mí se me saltaron todas las lágrimas del alma. ¡Qué barbaridad!
La noticia hablaba de un tal Rafael García Fernández, alias Rafita. Primero ponían la foto de un chaval que a simple vista era normal y corriente: media barba para hacerse el interesante, sonrisa lateral de “paso de ti, tío”, ojillos entornados para enfocar retadoramente y cigarro de esos que se han puesto por las nubes en las manos de pianista, pero no de las teclas del piano, sino de las que tiene la Play Station. Ya le digo, así a primera vista, pasaría por ser un chaval más de tantos y tantos como vemos en estos tiempos. Lo aterrador estaba en lo que había escrito debajo de la fotografía.
Resulta que el tal Rafita, siendo menor de edad, tenía puestas “na” más y “na” menos que 700 denuncias de los vecinos de su barrio en Alcorcón, que es un pueblo de Madrid, siendo la
razón de ellas que los tenía totalmente atemorizados. ¿Cómo podía ser de un chico que parecía tan normal en la fotografía? Pues mire usted: el chico normal se dedicaba a robar y quemar coches, a dispararle a los viandantes con una escopeta de perdigones llegando a herir a dos personas, a robar carteras, a amenazar y, lo peor de todo (no alto para cardiacos, vecino) ¡a violar y a matar!... Y eso fue lo que le hizo a la pobrecita Sandra Palo: violarla y finalmente matarla.
Cuando sucedieron los hechos teníamos que estar sobre el año 2.006 ó 2.007 (al improvisado periodista se lo olvida preguntarse el cuándo) y “El Rafita” estaría a punto de cumplir o tener recién cumplidos los 14, por las cuentas que yo me hago. Sandra Palo tenía 22 años y una deficiencia psíquica, la misma edad que ahora tiene mi hija. El menor y otros tres menores más (¡a esto le llamo yo asociación de malhechores con todas las letras!) secuestraron a la chavala y, a punta de navaja, la violaron repetidamente entre los cuatro, le hicieron todo tipo de torturas, la atropellaron ¡15 veces! con un coche, la apuñalaron no se sabe cuántas y, finalmente, la rociaron con gasolina y le prendieron fuego estando todavía viva… Ni que decir tiene que la pobre Sandra murió en medio de unos dolores insoportables y , según se supo, todo mientras la indefensa chica suplicaba a estas cuatro alimañas ( con perdón de las alimañas) que no la mataran…
Después de estos acontecimientos, que hasta relatarlos me da miedo, el chulo “del Rafita” se envalentonó y fue amenazando a la gente que le caía mal con que “iba a darles matarile y a quemarlos vivos como había hecho con la criatura…”
Sí, vecino, sí. Le echaron el guante pero, como era menor de edad, el juez sólo pudo imponerle la insultante “pena” de 4 años de internamiento en un centro de menores del que ha salido hace un mes… ¡Viva la Ley del Menor y la madre que parió al que la inventó! Se ha cubierto de “gloria” el lumbreras ese… ¿Dormirá tranquilo sabiendo todo esto?
Según sus compañeros del centro de menores, el asesino presumía de que “SI LE GUSTABA UNA CHICA SE ACOSTARÍA CON ELLA, TANTO SI QUERÍA COMO SI NO”. También cuentan que
tenía aterrorizadas a la educadoras a las que el matón amenazaba con matarlas y quemarlas vivas…
Ahora, con 18 años y después de haber pasado cuatro en el centro de menores, jugando a la “Play” y haciendo talleres de carpintería o de encajes de bolillos, a pesar de que los Srs. psicólogos han advertido que no se encuentra ni arrepentido ni reinsertado, el Rafita está en libertad… ¡Qué burla para Sandra y, sobre todo, para su pobre familia! ¡Qué peligro para las Sandras del país o de donde sea! Porque, a todo esto, a estas alturas no se sabe dónde puede estar el criminal, por lo visto, y a pesar de la opinión de los psicólogos, este mal perro anda suelto por la vida sin ningún control y poca gente sabe quién es, ya que al ser menor de edad en el momento de los hechos, la Fiscalía del Estado ( que se presume que nos defiende a todos en nombre del Estado) y el Defensor del Menor, se oponen a que su imagen sea emitida por ningún medio de comunicación… Por lo visto sólo una vez fue difundida por la cadena televisiva Telecinco, por internet, pero tuvo que ser retirada en no más de 12 horas… Mientras tanto, la pobre madre de Sandra defiende su derecho a que el careto del criminal lo
pueda ver todo el mundo y digo yo que tiene toda la razón, ¡la tiene la madre de Sandra y también el derecho público a la defensa! ¿No le parece a usted, vecino? Por eso yo le pasé un brazo por los hombros a mi mujer que estaba temblando -igual que yo- y le dije: sácame una copia de esa fotografía, cariño, por favor. Y aquí la tengo, vecino, en el bolsillo; se la voy a prestar para que usted también sepa quién es y para que se la enseñe a toda la familia, porque no podemos olvidarnos de que no se sabe dónde ése está metido. Esta es la foto, vecino. Yo no sé si enseñársela es legal o es ilegal pero, lo que sí sé, es que tenemos derecho a saber quién es… Mírela bien, éste es El Rafita: el verdugo.
(Rafael García Fernández. "El Rafita")
Da miedo y pena ¿verdad, vecino? ¡Mucho miedo y mucha pena! Y la culpa de todo esto no la tienen las maestras ni los maestros, no. ¿Qué puede hacer esa buena gente (que por otra parte son los primeros sufridores) si los niños pasan más tiempo frente al televisor, frente a los video-juegos o en la misma calle que en la escuela? Nada, no hay nada que puedan hacer en tales condiciones. Tampoco veo que la culpa la tengan los padres porque ellos viven ahora en lo que dicen que se llama Sociedad de Riesgo: riesgo a perder el trabajo con lo que les llegaría la ruina del hogar y, para salvar ese riesgo que incluye la hipoteca del piso que le han vendido a precio de oro y muy lejos de sus familias, del coche que tienen que comprar porque es una herramienta de trabajo y de otras muchas herramientas que exige la sociedad de consumo, deben trabajar los dos, así pueden llegar a final de mes y, en el peor de los casos, si uno se queda sin trabajo, por lo menos queda el del otro para ir tirando. Normalmente en el pisito hipotecado no caben los abuelos, sobre todo la abuela, que como ya le he dicho suele vivir muy lejos y ya sabe usted que siempre se dijo que una abuela es una segunda madre y un abuelo un segundo padre. Pero ahora también va a cambiar eso, porque con la jubilación un par de años más tarde, a los abuelitos los van a pillar inmersos en el mundo laboral los primeros años de vida de los nietos. Yo no estoy diciendo que no se les preste atención a los hijos, no. Lo que yo digo es que, con todo este ajetreo ¿qué calidad puede tener el tiempo que queda para los niños? ¿Se les cuentan cuentos, se les leen libros, se juega con ellos, se canta con ellos, se baila con ellos, en una palabra, se interactiva con ellos, que es como se dice ahora? No lo sé, vecino, no lo sé.
Sí, estoy con usted en que hay guarderías, en que hay extraños que se ocupan de todo eso, pero ¿es lo mismo? Y si es lo mismo todo eso que dice usted que hay, ¿está al alcance de todos los bolsillos y en todos los sitios? No lo tengo yo muy claro, vecino.
Ahora se habla de un tipo de niños al que llaman algo así como niños con la llave colgada al cuello, pero en inglés (1) y que son precisamente estos críos los que pasan demasiado tiempo solos y no tienen más remedio que disponer de la llave de su casa. También se habla de un tipo de pareja al que llaman individualistas, (2) que dicen que es moderna y que su meta ya no está en la familia sino en lo que cada uno pueda hacer por la realización personal del otro…
¿Todo esto está bien o está mal? No lo sé, vecino, no lo sé. Siempre se dijo que “doctores tiene la “santa madre Iglesia”” ¿no? ¡Pues que se pronuncien, que para eso están!
Lo cierto es que, monstruos como “EL Rafita”, se lo digo de nuevo, causan pena y miedo. Pena, repito, POR LA POBRE SANDRA, QUE SU DIOS TENGA EN GLORIA y pena porque ¿qué es lo que estamos haciendo mal para que un niño, que nace en cueros como todos los niños, pueda convertirse en la encarnación de la misma crueldad?
¿Cómo dice usted? ¿Miedo por “el Rafita”? ¡No! Por ése no. A ése lo que hay que hacer es cortarle los…
Perdón, vecino, perdón. Ya sé que ni la venganza ni la ira son buenas consejeras, pero es que…
Llamé a mi niño, le di un beso y 10 euros al tiempo que se me saltaban las lágrimas...
¡Viva la Ley del Menor!
-Vamos, León, vamos para casa que ya está oscuro. No, mi perrito es bueno. Cuando he dicho de del “mal perro” ni iba por ti, León. ¿Ve usted?. ¡Si hasta el animalito parece que está muerto de miedo!
Buenas noches, vecino.
(*) Información procedente de un correo electrónico recibido.
(1) (Latchkey kids. Literalmente :“niños con una llave al cuello”)
(2) (Beck-Gernsheim, 2.003 , Lipovetsky, 2.003) Infancia y futuro. Nuevas realidades, nuevos retos.Colección de Estudios Sociales de la Obra Social de la Fundación “la Caixa” Colección de Estudios Sociales Nún. 30.
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