En Esparta, "un padre no era dueño de criar a su hijo. Desde que nacía, se llevaba a un lugar llamado lerché, donde se reunían los más ancianos de cada tribu. Allí era visitado y examinado; si estaba bien conformado y si anunciaba vigor, ordenaban que se le criase, y le asignaban como herencia una de las nueve mil partes de tierra. Si era contrahecho o de una débil complexión lo enviaban para ser arrojado de una sima inmediata al monte Taigeto, y que se llamaba los Apotetas. Pensaban que, estando destinado desde su nacimiento a no tener ni fuerza ni salud, no era ventajoso ni para él ni para el Estado dejarlo vivir..." Los espartanos, guerreros por definición, no podían plantearse la defensa de los débiles ni su Estado estaba preparado para ello; la proliferación del individuo no datado podía poner en peligro su forma de vida y su supervivencia. Mis dioses me libren de estar justificando la organización social espartana, opino que la antigüedad clásica tenía como maestra fundamental a la madre naturaleza y que, siguiendo sus dictados, establecían el mismo sistema discriminatorio que ella. En cuanto a su organización política "Esparta era gobernada por una diarquía compuesta por Dos Reyes (uno militar y otro para cuidar las costumbres, sobre todo a la religión) que tenían un poder limitado por el Senado (integrado por los iguales mayores de 60 años) y la Asamblea (formada por los espartanos de entre 30 y 60 años)."
Teniendo en cuenta el párrafo anterior observo dos particularidades de la sociedad espartana: la primera de ellas la crueldad con el débil impuesta por las condiciones de vida. La segunda es el respeto a la ancianidad y a su sabiduría, a la que se le concede tareas tan delicadas como la decisión entre la vida y la muerte del individuo en razón de su fortaleza, hasta llegar a su dedicación al gobierno de la sociedad. El venerable anciano lo era por haber pasado una dura criba que iba desde el propio nacimiento, la educación fuera de los suyos, al periodo militar, a las tareas familiares y al tributo social en el gobierno del Estado, por estas cuestiones la educación de los niños, a partir de los siete años, integraba el merecido respeto a los mayores.
La cuestión es que, con la que cae y sin paraguas, no veo que transcurridos veintiocho siglos las cosas hayan cambiado mucho en sustancia. Me explico: Hoy en día , con el gobierno derechista del Sr. Rajoy, las ayudas a las personas dependientes, eso que pomposamente se llamó el pilar que le faltaba al Estado del Bienestar, merman hasta el punto de quedarse escuálidas. Está claro que ya no tiramos a los considerados débiles, por el criterio de otros que también tienen sus debilidades, desde el Teide (por buscar alturas) pero también está claro que se les dificulta considerablemente la existencia y que,desde la perspectiva de dos mil ochocientos años, no nos situamos muy lejos de aquella Ciudad Estado, es decir, que llevamos camino de volver a las cavernas, pero no por seguir el ejemplo de la madre naturaleza, sino por mantener los privilegios de unos cuantos, algo que no hacían los espartanos. Por otra parte, la venerable ancianidad pasa por sus peores momentos en estos tiempos en los que se pone en entredicho su dignidad, haciéndolos sufridores de las fechorías cometidas por las mismas clases privilegiadas a las que no se les ocurre otra solución que eliminar individuos, ya sea por hambre, por desahucios o por enfermedades, para que el trozo de la tarta a repartir entre todos no merme la porción correspondiente a las minorías pudientes que tienen como leitmotiv ser pudientes. Naturalmente, ante estas consideraciones cabe la respuesta de que nos encontramos bajo la legítima batuta electoral de un partido de capitalistas a ultranzas que, con gusto, (ahí su ilegitimidad) volvería a encadenarnos a todos en los ergástulos de la esclavitud.
Lo que no tiene respuesta posible es que una organización que se dice obrera, colabore y ataque con la misma virulencia que lo hacen las castas dominantes los merecidos derechos de los venerables, algo que ni la lejana Esparta se atrevió a hacer aunque fuera por la simple necesidad de la sabiduría que atesoraban. A esta organización que se autoproclama sindicato de clases no se le ocurre otra cosa que nombrar un sabio (la palabra sabio está para mi devaluada desde que González lo fuera por Europa) que se muestre de acuerdo en que desposeer a los ancianos (más sabios que él) de parte de sus ganados derechos es el camino correcto para garantizar el futuro del Sistema. Se me ocurre preguntarle a este sabio que quién le ha dicho a él que haya que garantizar el futuro de un Sistema que nos ha traído hasta donde estamos, también le preguntaría de dónde le viene su legitimidad para, visto su criterio, pronunciarse en nombre de una organización obrera a la que no ha hecho otra cosa más que insultar gravemente y desprestigiarla aún con mayor gravedad... una organización por la que dieron su esfuerzo y hasta su vida muchas personas horadas y, sobre todo, le preguntaría por la persona que le ha otorgado el título de sabio...
Obviamente también hay muchas preguntas, a las que se les quiere dar la callada por respuesta, por la organización a quien este don fulano decía representar. Vamos a ver: han alegado ustedes, a través de algunos comentarios en redes sociales, que son una organización de trabajadores y que dentro de ella existen sus divergencias, siendo este comportamiento motivos del desaguisado cometido contra los abuelos. Dentro de tales discrepancias señalan que bajo su techo se albergan lacayos de los banqueros. Perfecto, ya se sabe que quien este libre de culpas... Pero ¿no son ustedes los encargados de vigilar sus puertas? ¿No son una entidad asamblearia en la que la mayoría se acata estando sujetos a ella los discrepantes y hasta los ausentes? ¿O pretenden decir que esa mayoría ha funcionado perfectamente y que lo que ocurre es que está compuesta por lacayos? ¿Se ocupan ustedes exclusivamente del interés crematístico de sus afiliados con olvido del insoslayable principio obrero de la solidaridad, es decir, en palabras viejas, son ustedes meros peseteros?
Hay, a mi entender, un gravísimo problema en la sociedad civil del Estado Central y no es otro que su desmantelamiento desde la llamada Transición. Fuimos muchos los que opinamos que una dictadura jamás pariría una democracia y nos posicionamos al lado de la ruptura, pero aquella opción, por miedo al franquismo, que no había muerto ni mucho menos, fracasó. De su fracaso obtuvimos una ley electoral destinada a suprimir el amplio abanico ideológico que existía decantándose por el nefasto bipartidismo, unos partidos políticos subvencionados y, como consecuencia, anclados a la megalomania y al nepotismo y unos sindicatos también subvencionados y convertidos en la voz de su amo, que no es otra que aquella que le facilita prevendas en la forma que sea.
Que nadie me cite a Lenin diciéndome que es precisa la ideología revolucionaria para hacer la revolución. Hasta ahí llego y llega cualquiera y, aunque parezca mentira, me lo han citado en una rocambolesca respuesta. Que nadie me diga que la entidad es una organización de trabajadores porque ¿qué trabajador no se jubila si no se muere, que es lo que pretenden? Que me digan más bien que están al lado de que el Sistema no cambie porque les viene de perlas, o que son tibios porque la tibieza permite igual estar al lado de lo frío que del calor, que son burócratas al servicio de intereses espurios...
No he querido nombrar a la entidad de referencia, todo el que me lea tendrá claro de quién se trata... Son esos que han hecho lo que hace 28 siglos no hacían los espartanos: llamar sabio a quien proclama el daño a sus mayores como único remedio para remendar un Sistema que ya no admite más parches... Son, por el ilegal decomiso efectuado, DE-COMISIONES OBRERAS y, por si no quieren darse cuenta, es preciso decirles que tienen muy poquito tiempo para rectificar esto y para limpiar su casa de lacayos, de lo contrario, caerán con el Sistema que parecen defender, en contra del deber que tiene todo bien nacido de no dañar a sus mayores, en contra de los principios de solidaridad, justicia, generosidad, libertad ...
Eugenio Manuel Díaz Herezuelo
Junio, 2.013
Obra consultado: La Antigüedad clásica. Profesor Valera Urrutia
Fotografía publicada en Facebook
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